Algunas consideraciones sobre el terrorismo yijadista

           El significado literal de Yihad (ﺟﻬﺎﺩ), “esfuerzo” ha supuesto que la tradición islámica lo haya utilizado en una doble vertiente: tanto en lo que respecta a las agresiones físicas sufridas por los musulmanes en su conjunto o individualmente así como a la lucha por alcanzar la pureza de espíritu ante las tentaciones. El Profeta Muhammad-Mahoma lo dejó muy claro a su regreso de la batalla de Badr: “Hemos vuelto del pequeño yijad al gran yijad”, siendo la guerra, para el Profeta del Islam, el yijad menor.  

            Sin embargo hay otros “Yihad”:

           - El Yihad de la predicación (transmisión del mensaje islámico)

          -  El Yihad del dinero (contribución económica)

         -    El Yihad de la mano (saber corregir actos sancionables)

         -    El Yihad de la lengua (opinar de modo justo) 

          Debemos tener muy en cuenta, los que estudiamos el Islam y analizamos el integrismo islamista, que ambos conceptos han de ser separados puesto que lo segundo es una corrupción de lo primero: “Cada vez que enciendan un fuego para la guerra, Al-lah se lo apaga. Se afanan por corromper en la tierra, pero Al-lah no ama a los corruptores”  (Corán, 5, 64) 

Si Mahoma permitió que la comunidad que dirigía se defendiera, cuando siempre había predicado que no se recurriera a la violencia, como hacían los cristianos de buena fe, la razón no fue otra que la pura supervivencia: “Les está permitido combatir a aquellos que son víctimas de una agresión injusta y, ciertamente, Dios tiene poder para auxiliarles. Aquellos que han sido expulsados de sus hogares, contra todo derecho, solo por haber dicho: <<¡Nuestro sustentador es Dios!>>. Pues, si Dios no hubiera permitido que la gente se defendiera a sí misma unos contra otros, los monasterios, iglesias, sinagogas y mezquitas –en los cuales se menciona el nombre de Dios en abundancia- habrían sido destruidos”  (Corán, 22, 39-40)        

Nótese como Mahoma incluye monasterios, iglesias y sinagogas entre las comunidades religiosas con derecho a defender su fe pues en un principio, la comunidad islámica ciertamente consideraba a unos y otros como protegidos del Libro, el Sagrado Corán. Mahoma sencillamente nos indica que cualquier hombre, sea cual sea su religión, tiene derecho a defenderla, pero siempre dentro de unos límites, algo que los integristas han borrado de su Corán particular: “Combatid por Al-lah contra quienes os combatan, pero no os excedáis. Al-lah no ama a los que se exceden. Por tanto, combatidles hasta que cese la opresión y la adoración esté consagrada por entero a Dios; pero si cesan, deben acabar todas las hostilidades” (Corán, 2, 193)

         

Por lo tanto, ¿qué es el terrorismo yijadista?  Siguiendo las definiciones anteriores, se trataría de bandas que reiteradamente y de modo indiscriminado, por lo general, pretenden crear alarma social con fines políticos ya que para ellos el Islam lo es todo, incluido la política que ha de guiarles y dirigir la Umma universal, el Mundo gobernado por el integrismo islamista, fenómeno inspirado en una interpretación corrupta del Islam.  

            Todos los miembros del IRA se consideran cristianos católicos y no por ello les llamamos terroristas católicos. Del mismo modo, los terroristas yijadistas no deben ser denominados terroristas islámicos porque la gran mayoría de musulmanes aborrecen de sus prácticas e ideología violentas. 

            El problema con el Islam es que se trata de una religión que en Occidente se ha asociado a guettos de inmigrantes procedentes de Países musulmanes gobernados por regímenes dictatoriales que en cambio manejan innumerables recursos minerales de todo tipo. Toda una incongruencia a la que podemos añadir que el terrorismo internacional prácticamente está monopolizado por el terrorismo de corte islamista. Si batimos todo, resulta un mejunje que a los occidentales se nos atraganta y que amenaza por derrumbar el orden establecido heredado de la civilización grecolatina y cristiana. 

El problema, valga la redundancia, es de fondo y me temo que se recrudecerá con la crisis en ciernes porque cuando los recursos petrolíferos escaseen y dependamos más que nunca de los Países islámicos, la tan deseada alianza de civilizaciones es más que probable que no llegue a fraguarse porque el orgulloso Occidente no estará por la labor de ceder terreno ni un ápice ante la civilización islámica. Los conflictos se generalizarán y consideraremos a los musulmanes en nuestros Países como una especie de quinta columna y más cuando los terroristas yijadistas, empeñados en acabar tanto con Occidente como con los que consideran regímenes apostatas, los de los propios Países árabes, recrudezcan su campaña de terror. Entonces será cuando los Países árabes pidan ayuda a Norteamérica y la Unión Europea pero a cambio se les pedirá que cedan en su política petrolífera. Como vemos nos aguarda un futuro incierto que de no conducirse con la mente bien fría y despejada, calculando pros y contras, nos puede llevar al desastre: escasez de recursos y terrorismo.  

Aún así, todavía se tiende a no hacer demasiado caso de los informes de expertos analistas que avisan del panorama desalentador al que nos enfrentamos de no ponerle remedio. Si la pobreza sigue haciendo mella en los Países subsaharianos, presionando con ello en el Magreb y si la guerra continúa en Iraq, Líbano o Afganistán, con la amenaza en ciernes sobre otros Países acusados por Estados Unidos de apoyar el terrorismo internacional como Siria o Irán o de amenazar al Mundo con su programa nuclear, los desplazamientos de refugiados se extenderán a Europa Occidental que ya de por sí tiene un grave problema con la inmigración irregular y no olvidemos que todo este contingente y las circunstancias en las que se mueven, consciente o inconscientemente, son caldo de cultivo para el yijadismo que se aprovecha de su desesperación para captarles como muyahidines. 

Adolfo Estévez

CIIST Europa