La nueva lucha antiterrorista mundial exige de una responsabilidad compartida

Amnistía Internacional ha solicito formalmente una investigación exhaustiva de la política antiterrorista de George W. Bush.


Según la conocida organización pro-derechos humanos, la anterior Administración norteamericana destruyó 92 cintas de vídeo que contenían evidencias gráficas de diferentes torturas en distintos centros secretos de la CIA donde mantienen a reclusos a los que castigan de manera horrible para sacarles información sobre los grupos terroristas a los que pertenecen.


Según Susan Lee, directora americana de Amnistía Internacional: "La única manera de poner fin a la tortura es dejar claro tanto política como legalmente que su uso no será aceptado nunca más y que los responsables no quedarán impunes, y no debe importar dónde, cuándo, por qué o contra quien se utiliza”.


Ante esta acusación directa, el ex-presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ha defendido su política exterior en la que primó un apoyo incondicional al Estado de Israel como avanzadilla contra el terrorismo yihadista, justificando la guerra en Irak y el boicot a Irán y Corea del Norte, gracias a cuyas medidas el Mundo es más libre.


Pero lo cierto es que Bush ha dejado a los norteamericanos una imagen exterior de País que solo mira por sí mismo, usacéntrico (la impresión en cualquier lugar del Mundo sobre los Estados Unidos es que se creen los amos de La Tierra) y la peor crisis financiera desde la Gran Depresión de los años 30.


A Obama le corresponde la difícil tarea de recuperar la confianza internacional por lo que se obligado a llevar a cabo una política alejada de la visión de superpotencia que tanto daño les ha causado a los Estados Unidos, dejando de tomar medidas unilaterales para comenzar a contar con el resto del Mundo, en especial con su gran aliada, la Unión Europea con la que la relación ha quedado bastante deteriorada ya que las principales críticas provenían de Europa donde se ha acusado en no pocas ocasiones al gabinete de Bush y al Gobierno de Israel de no respetar el derecho internacional y las libertades civiles.

La canciller alemana se atrevió en su día a decirle al mismísimo Bush en la cara que "nuestra lucha contra el terrorismo islámico sólo tendrá éxito si reforzamos el desarrollo democrático y económico en las regiones en crisis implicadas y el respeto a los derechos humanos (…) incluso en la guerra contra el terrorismo el fin no justifica los medios".

También el líder del Partido Conservador británico, David Cameron, criticó la "guerra contra el terrorismo" impulsada por Bush cuya formación, el Partido Republicano, es igualmente conservador, discrepando de la política exterior "neoconservadora" de la Administración norteamericana, lo que indica que llegó un momento, ya en 2007, en que Bush se había quedado sin apoyos internos (con los peores índices de popularidad que se recuerdan) ni externos. Cameron, en concreto, no entendía como todo un presidente de la nación más poderosa de La Tierra simplificaba tanto, casi hasta un punto de vista infantil, la compleja situación internacional: para Bush, en el Mundo hay dos ejes, el del Bien y el del Mal y todos los que no estaban del lado de su política exterior o pasaban a estar bajo sospecha o sencillamente se les colocaba en el Eje del Mal.

Ni siquiera Finlandia y Portugal, tradicionales aliados atlánticos de Estados Unidos que siempre han estado de su lado casi de modo incondicional, veían ya con buenos ojos nada que procediera de Bush y como estos Países, la Unión Europea en su conjunto. El presidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell, ha abogado en varias ocasiones por un equilibrio entre la lucha contra el terrorismo y el respeto a los Derechos Humanos: “Tenemos que seguir luchando contra el terrorismo junto a nuestros vecinos y socios, manteniendo el equilibrio entre las medidas que tienen como objetivo mejorar la seguridad de los ciudadanos y el respeto riguroso por los derechos fundamentales de cada uno".

Con la actual política de Obama y su intención de contar con todos para luchar de modo más eficaz contra el terrorismo pero de un modo dialogante, la iniciativa de la “Alianza de Civilizaciones” del presidente español José Luís Rodríguez Zapatero cobra un nuevo cariz y pasa de ser vilipendiada y criticada a partes iguales a convertirse en una interesante propuesta.

La mitad de los norteamericanos consideran que el culpable de los ataques de la fatídica fecha que ha pasado a la Historia como 11-S, fue sin duda, Bush y su errónea política exterior o su dejadez en seguridad interior al confiar en que nadie se atrevería nunca a cometer un atentado en territorio de USA por lo que las medidas de seguridad dejaban mucho que desear, cuando las torres gemelas ya habían sido atacadas en 1993; aún así, Bush no hizo nada por evitar un nuevo atentado (muchos añoraron un empuje más decidido la jornada del 11-S como el propio del presidente Clinton, sobre todo cuando comprobaron como las primeras horas de aquel día, nadie sabía donde se encontraba Bush ni apareció en los medios de comunicación para tranquilizar a los ciudadanos como sin duda hubiera hecho Clinton).

Después, a lo largo de su mandato, Bush y sus equipos de gobierno limitaron ciertos derechos y libertades de modo arbitrario, dando lugar a que los abogados de los presos de la Base militar de Guantánamo alegaran ante la Corte Suprema de Estados Unidos que el “habeas corpus” había desaparecido de la justicia norteamericana.

Barack Obama tiene pues una papeleta difícil pero de momento sus decisiones están siendo acertadas: la comunidad internacional querían que se cerrara la prisión de Guantánamo, bien, concedido, pero con garantías de que los terroristas que hay allí sigan estando vigilados para lo que se pide la ayuda de quines reclamaban el cierre de esa cárcel. Se pedía que las tropas norteamericanas se retiren de Irak, de acuerdo, pero reforzando las bases de Afganistán, también con ayuda internacional.

Por lo tanto, la renovada lucha antiterrorista mundial, liderada de nuevo por los Estados Unidos, promete ser más respetuosa con los derechos de los detenidos (aunque en ocasiones pensemos que no los merecen por sus abominables atentados, pero aún así no deseamos rebajarnos a su condición de criminales), pero exigiendo la colaboración internacional y no simple palabrería o demagogia.

Ahora bien, ¿estamos preparados para afrontar una nueva era de solidaridad internacional? Así lo deseamos, desde luego. Sin embargo, queda por ver si el Mundo, acostumbrado a un solo líder durante los últimos veinte años al que se hacía blanco de las críticas, fueran positivas o negativas, está dispuesto a compartir responsabilidades o con el tiempo acaba añorando un nuevo y único liderazgo ante la imposibilidad de que Occidente y los Países del Este se pongan de acuerdo en mantener el equilibrio.

Los defensores de la “Alianza de Civilizaciones” dicen que estamos condenados a entendernos, pero el fantasma de la segunda opción, una nueva Guerra Fría, revolotea una vez más y al parecer con ganas de quedarse sin olvidar que la amenaza terrorista no entiende de alianzas ni equilibrios puesto que no respeta nada por lo que es responsabilidad de todos, como con acierto nos dice Barack Obama, procurar que nuestro Mundo sea mejor y desde luego, los Estados Unidos aún tienen mucho que decir al respecto.